Amores Eternos

La fugacidad del amor en 'Amores Eternos' de Joaquín Sabina

La canción 'Amores Eternos' de Joaquín Sabina es una reflexión melancólica sobre la naturaleza efímera del amor y la intensidad de las relaciones pasajeras. La letra describe la relación entre el narrador y una mujer que, aunque apasionada y profunda, es intrínsecamente transitoria. La mujer es presentada como un ser libre y enigmático, cuya desnudez es tan natural como un pez en el agua, y vestirla es casi un acto de violencia, como amortajarla. Esta metáfora inicial establece el tono de la canción, sugiriendo que cualquier intento de contener o poseer completamente a la mujer está condenado al fracaso.

El narrador reconoce que retenerla hubiera sido inútil, como 'deshacer las maletas del olvido', lo que implica que su partida era inevitable. A pesar de esto, hay un anhelo palpable por su presencia, una nostalgia por los momentos compartidos, simbolizados por los besos, la prisa y las noches entregadas. Sabina juega con la ironía de los 'amores eternos' que duran poco, comparándolos con un 'corto invierno', lo que resalta la paradoja de un amor que se siente inmortal en su intensidad, pero es fugaz en el tiempo.

La canción termina con una imagen de lo que queda después de la relación: un beso de carmín en el espejo, una foto amarilla, un corazón oxidado. Estos objetos son reliquias de un amor que, aunque no duró, dejó una marca indeleble en el narrador. La partida de la mujer antes de que la monotonía destruyera lo que tenían, y su decisión de no pertenecer a nadie, refuerza la idea de que algunos amores, aunque breves, pueden ser intensamente significativos y recordados como eternos.